¿Qué es?

Es el conjunto de los microorganismos (bacterias, hongos, parásitos, virus y más), que residen en nuestro intestino. Es decir, bichos buenos y malos. Los microorganismos se encargan de digerir los alimentos que nosotros no podemos digerir y, a cambio, nos aportan sustancias beneficiosas.

Las principales funciones de la microbiota intestinal son:

  • Prevenir la colonización por otros microorganismos patógenos (malos). Esto es por el efecto «barrera» por el que las bacterias impiden el paso de bacterias extrañas.
  • Ayudar a digerir alimentos y absorber nutrientes.
  • Producir vitaminas B y vitamina K (necesaria para la coagulación), que nuestro cuerpo no es capaz de fabricar.
  • Estimular al sistema inmunitario.

Para alcanzar un buen estado de salud, es necesario que nuestra microbiota también esté sana. Para ello debemos tener una buena cantidad de microorganismos y estos deben ser de diversas especies.

La composición del microbioma humano es única en cada individuo. Al ser organismos vivos sufren cambios depende de :

  • Alimentación
  • Ejercicio físico
  • Estrés
  • Salud bucal
  • Antibióticos
  • Forma de nacer (El bebé, al pasar por el canal del parto, se impregnará con las bacterias procedentes de la microbiota vaginal de la madre. En un parto por cesárea no ocurriría lo mismo)
  • Edad
  • Genética

Microbiota y dieta

Cuando nos alimentamos, estamos, a la vez, alimentando a los cientos de billones de microbios que habitan en nuestro intestino.

Lo que comemos condiciona la composición de la microbiota intestinal, las personas que siempre comen lo mismo tienen un microbioma más pobre, lo cual tendrá efectos directos en su metabolismo. Por eso, es importante no hacer dietas restrictivas.

Nuestras bacterias se alimentan, sobre todo, de fibras y grasas vegetales como las que se encuentran en los siguientes alimentos: frutas, verduras, legumbres,  cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva. Por lo que la dieta mediterránea, además de su efecto antiinflamatorio está relacionada con una microbiota intestinal más diversa o con más especies diferentes.

Cuando comes muchos productos ultraprocesados pierdes la diversidad microbiana y será más fácil que proliferen las bacterias malas, lo cual se traducirá en peor salud hormonal, más enfermedades autoinmunes, ansiedad, dolores de cabeza, desconcentración, dolores musculares, articulares…

Los cambios en la microbiota intestinal por una mala alimentación son capaces de promover un estado de inflamación caracterizado por la resistencia a la insulina y el riesgo cardiovascular.

Microbiota y ejercicio

Es importante empezar a hacer deporte desde niños. Mejorando así la composición de la microbiota intestinal, potenciando las bacterias buenas. Nos ayudarán a tener un mejor metabolismo, más masa magra que grasa y un óptimo desarrollo de las funciones cerebrales y salud emocional durante el resto de nuestra vida. Además, las personas que practican deporte tienen unos marcadores de inflamación más bajos que las personas sedentarias.

El ejercicio moderado tiene un efecto más positivo en el funcionamiento del aparato gastrointestinal que el ejercicio intenso.

Muévete más, camina a paso rápido, no cojas el ascensor, sube por las escaleras…

¡Anímate y mueve tus bacterias!

Microbiota y estrés

Ante una situación estresante se produce un cambio en nuestra microbiota.

El estrés aumenta la permeabilidad intestinal, alterando la función de filtro tan importante que tiene nuestro intestino para que no pasen hacia la sangre virus, bacterias o parásitos.

Además, incrementa los marcadores inflamatorios.

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