Seguramente hayas leído o escuchado el término ‘Flexibilidad metabólica‘. Pero, ¿sabes realmente lo que es?¿Cómo influye en el peso?¿Se puede mejorar?

1. ¿Qué es?

El metabolismo, es el gasto de energia de nuestro organismo para mantener las funciones vitales. Una vez, entendido el término general, nos centraremos en la flexibilidad metabólica o metabolismo flexible.

Cuando tenemos un metabolismo flexible, nuestro organismo es capaz de utilizar de combustible la glucosa o las grasas en función de las necesidades o del ejercicio que realice. Y te preguntarás, ¿Para qué nos sirve? Pues para que no nos fallen las fuerzas cuando estamos un tiempo sin comer o tenemos que realizar un esfuerzo más intenso.

2. Relación con los hidratos de carbono

Como hemos dicho, el organismo usa la glucosa como combustible. Esta glucosa proviene en su mayoría de los hidratos de carbono que consumimos (pastas, harinas, arroz, cereales…). Pero, ¿Qué pasa si como muchos hidratos de carbono?

La primera opción de nuestro cuerpo es usar los hidratos de carbono como fuente de energia, ya que es la manera más fácil, rápida y siempre disponible de obtener energia, debido a que están en abundancia en las dietas de hoy en día, cargadas de azúcares y harinas refinadas. Si además de comer de esta manera, nos movemos poco y no hacemos deporte, estaremos consumiendo más cantidad de la que podemos comer. Por lo que, la glucosa restante se almacenará y nos hará subir de peso.

En definitiva, comer muchos hidratos es un problema para nuestro metabolismo.

2.1. Cambio de combustible

Recapitulando lo que os he contado al inicio, nuestro organismo tiene la capacidad de usar la glucosa o las grasas como combustible, pero tiende a priorizar el uso de la glucosa.

Una vez el cuerpo se ha acostumbrado a obtener la energía de los hidratos, cambiar de combustible y recurrir a la grasa le cuesto mucho esfuerzo. Esta es la razón por la que cuando empezamos a restringir el consumo de pan, pasta… nuestro cuerpo sigue pidiendo el combustible con el que está acostumbrado a trabajar. Cuando pasa esto, pueden aparecer molestias como cansancio, irritabilidad, falta de concentración, deseo de comer dulces…

2.2. Dificultad para adelgazar

Otro de los problemas del consumo excesivo de hidratos y su uso como combustible principal, es que nuestro cuerpo no usa la grasa, por lo que no quema la que está almacenada.

Además, si la dieta habitual tiene un exceso de hidratos, se puede desarrollar una resistencia a la insulina. Es decir, cuantos más hidratos de carbono se consumen, más glucosa hay en sangre y más insulina se libera. Esta situación prolongada en el tiempo hace que la insulina cada vez tenga menos efecto, por lo que será necesaria segregar más cantidad. A mayor nivel de insulina, más grasa se almacena.

Algo similar pasa con la leptina, la hormona de la saciedad. La leptina es generada por el tejido adiposo, y es la encargada de decirle al cerebro que tenemos suficiente energía y que podemos dejar de comer. Por lo que cuanta más grasa almacenamos, es decir, más combustible tenemos disponible, más leptina hay. Pero si existe un exceso, el cerebro deja de ser sensible a esta hormona y la señal de saciedad nunca llega.

En resumen, un exceso de hidratos nos lleva a la reducción de la sensibilidad a la insulina y a la leptina. Esto conlleva a no quemar la grasa, a que esta se acumule y a no sentir saciedad, por lo que es muy difícil adelgazar.

3. Menopausia

El metabolismo aparte de con lo que comes o lo que te mueves, también está relacionado con la edad y los niveles hormonales. El metabolismo de la mujer se ralentiza en la menopausia. Entre los 45 y 55 caen los niveles de estradiol, una hormona femenina. Esta bajada provoca una reducción brusca de la capacidad del cerebro de utilizar la glucosa como fuente de energía. El cerebro detecta esta falta de energia y se pone en ‘modo ahorro’. Por lo que se disminuye el metabolismo y aumenta la señal de hambre (aunque el problema real está en la capacidad del propio cerebro de usas la glucosa, no en la falta de esta). Esta es la causa fundamental de que engordemos en la menopausia. Por lo que en esta etapa es fundamental cuidar nuestra alimentación y hacer actividad física.

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