Diario de una maratoniana: Cap. 2 (sigue…)

Semana 1

Empiezo con ilusión y los dos primeros días cumplo a rajatabla. Me encanta eso de desayunar. Mis hijos alucinan viéndome comer por la mañana y no con el café camino del ascensor, como antes.
Al tercer día estoy acordándome de mi nutricionista y de toda su familia, hablando mal  y pronto. Pienso que es imposible de seguir. Sólo me acuerdo durante el día de la agradable sensación de tener regaliz o natillas en la boca. Lo reconozco, tengo verdadero mono. Me digo que no pasa nada por hacer una pequeña trampa y me como tan a gusto palomitas y una bolsa de chucherías en el cine. Me acabo además lo que dejan mis hijos. ¡Salgo con una sensación de culpabilidad…!
Al día siguiente vuelvo a la carga. Con el ejercicio va bien. Me gusta eso de hacer deporte sólo por sentirme bien, sin tener que cumplir con objetivos de tiempo, calorías o repeticiones. Hago sesiones incluso de 45 minutos y me voy tan pancha. Por la tarde empiezo a comprobar que es verdad que tengo menos ganas de comer dulce.
Quinto y sexto días: ¡Dios mío, me apetece comer berenjenas y alcachofas! Tengo hambre y pienso en eso en vez de en chocolate. La ropa empieza a soltarse y noto mis piernas más ligeras. La verdad es que me encuentro bien.

Séptimo día: me peso en casa. Sólo he perdido 400 gramos. Celebro lo que pienso que es un fracaso comiendo a mediodía lo que me apetece: rosquilletas, arroz blanco, queso curado… Pero cumplo en la merienda y para cenar me tomo un sobre de esos de batidos sustitutivos de la Dieta de la Zona.
Diario de una maratoniana: Cap.: 3

Semana 2

Lunes: vuelvo a empezar con ilusión. Estoy decidida a romper con el círculo vicioso. Cumplo a rajatabla lo que me puso Beatriz en el plan.
Martes: salgo a comer por ahí y me doy cuenta de que también es posible tener vida social con dieta.Comemos en el chino y me tomo una sopa miso y un tartar de salmón. Té verde de postre y me quedo muy bien.
Miércoles y jueves: he mezclado la dieta con alguna comida trampa, lo reconozco. Tengo que preparar un proyecto para el viernes y los nervios me traicionan. ¡Necesito comida de la mala!
Fin de semana: vuelvo al plan, pero la báscula no quiero ni verla por si acaso. Lo que me noto increíble es la piel, tanto de la cara como del cuerpo. Hidratada y suave.
Semana 3

Me toca revisión. Ay, ay, ay… Me subo en la báscula: 60.7 Kg. ¡Guau! ¡He perdido casi dos kilos y medio! No sé si de grasa o de agua. Tendré que preguntarle a Bea. Pero estoy sorprendida porque la verdad es que no he tenido realmente sensación de hacer dieta estricta. Las veces que me he puesto yo a régimen he pasado muchísima hambre y ansiedad. Esta vez está siendo más fácil. Y estoy de muy buen humor, creo que me ayuda eso de cargar reservas por la mañana.
Beatriz me pregunta cómo ha ido y le cuento mis días trampa. También le digo que he pasado de la natación y el yoga y me insiste en que me veré muchísimo mejor. Veremos como va… Me cuesta mucho renunciar al spinning. Y a ser sinceros, echo de menos un plato de espagueti o el arroz a la cubana. Aunque el esfuerzo empiezo a ver que vale la pena.

Tengo la sensación de estar haciendo lo correcto y me gusta que me hayan puesto patas arriba los esquemas, porque veo que mi cuerpo reacciona muy bien. 
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